Todo escritor teme ese momento en el que no tiene ni idea de qué hacer a continuación.
Nos pasa a todos. A unos más, a otros menos, pero nos pasa a todos.
Ese momento de quedarnos en blanco siempre termina en las mismas preguntas: ¿cómo voy a escribir un libro cuando no tengo más ideas?
El tema del bloqueo es complicado.
¿Cómo escribir un libro cuando ese pozo de ideas se queda seco? Al fin y al cabo, no somos nada sin nuestras ideas.
No podemos escribir si no tenemos esas pequeñas joyas… ¿o sí?
Los cubos, las ideas y las 500 palabras al día
Esta técnica no es propiamente una técnica de creatividad, pero nos ayuda a terminar las cosas. Es interesante que la conozcas si te interesa el tema del bloqueo y de la generación de ideas.
Jeff Goins (escritor y bloguero de éxito) dice que escribir es una tarea compuesta por tres actividades distintas:
- Tener ideas.
- Transformar esas ideas en textos.
- Editar esos textos y convertirlos en algo publicable.
Hace años, tras un proyecto de novela entero tirado a la basura (150.000 palabras nada menos), me quedé atascado.
La forma que tuve de ponerme en marcha fue utilizando esta técnica de escribir 500 palabras cada día. De cualquier cosa, ficción, no ficción, pensamientos, sueños…
Empecé muy bien, pero la resistencia no tardó en aparecer. No llegué a cumplir con el objetivo de escribir 500 palabras al día. Tras un par de semanas, la pantalla seguía en blanco y yo me cansé.
Entonces me encontré con el sistema de Goins. O mejor dicho, recordé que yo hacía algo parecido desde que empecé a escribir profesionalmente en 2014.
Este sistema nos dice que encontrar ideas, escribirlas y corregirlas, son tareas que funcionan bien por separado.
- Utiliza una aplicación (o una libreta) para anotar ideas durante todo el día. Yo tengo docenas de cuadernos Moleskine pequeños plagados de ideas, desde las más chorras a las más profundas.
- Cuando quieras escribir, saca una de esas ideas recopiladas y escribe. Estas ideas funcionan como disparadores creativos. No deberías tener problemas en escribir, ya que no tienes necesidad de pararte a pensar nada. Simplemente tienes que escribir.
- Finalmente, coge uno de esos textos terminados y edítalo. No tiene por qué ser necesariamente un relato o una novela. Puede ser un artículo de tu blog. Trabaja en él, límpialo y déjalo presentable para publicar. No tiene que estar al 100%, bastará con que lo dejes al 90%.
Si piensas en la escritura como un solo proceso te enfrentarás a una tarea titánica.
Es como estar a los pies del Kilimanjaro con un par de zapatillas de alpinismo y un piolet. Sin embargo, si descompones ese trabajo en tres tareas más pequeñas la cosa cambia.
A estar alturas del juego, supongo que todo el mundo tiene ya sus cuadernos de ideas. Y si no lo tienes, ¡corre a por uno, insensato!
Por tanto, quedarse sin ideas debería ser realmente difícil, ¿no crees?
Cuando no tengas ideas , escribe de todas formas
Puede que incluso con tus cuadernos y tus notas te quedes sin ideas.
O mejor dicho, como me pasa a mí, que ninguna de esas ideas te haga tilín en la cabeza y no te apetezca escribir nada sobre ellas.
A mí me pasa todas las mañanas, cuando escribo el email diario que envío a mis suscriptores en otra de mis webs. Tengo cientos de ideas que en su momento me parecieron alucinantes, pero que de repente me parecen un cagarro.
Pero el problema no es la idea.
Igual que el bloqueo del escritor no es algo real: es algo que nos inventamos nosotros mismos. Porque el problema somos nosotros.
Falta de ganas, cansancio, mucho trabajo o simplemente que tienes otras cosas en la cabeza
Cuando pasa eso, no es que te falten las ideas, es que tu cerebro, que por lo general opta por el camino fácil, no está por la labor de tirar del carro.
Así que manda callar a esa parte tan jodidamente negativa de ti y escribe. Coge la primera idea de la lista y fuérzate a escribir algo.
Escribe aunque no tengas ideas, o mejor dicho, aunque no tengas ganas. Mantén los dedos en movimiento. No te preocupes mucho por la gramática o la sintaxis. Estas llenando el cubo de la escritura, así que solo déjate llevar. Lo que escribas no importará demasiado, siempre que estés escribiendo.
Busca nuevas ideas
Esos cubos metafóricos llenos de ideas no se llenan solos. Las ideas no llegan solas.
Eso de las musas es una de las mayores chorradas que se debió inventar alguien al que no le apetecía escribir. ¿En serio te crees que hay unos seres invisibles revoloteando dentro de tu cerebro y decidiendo tocar unas teclas mágicas que te dan ganas de escribir?
Las ideas no llegan como lenguas de fuego sobre la frente.
Si quieres, te puedes creer que a Rowling se le apareció la novela entera de Harry Potter en un arrebato de inspiración, de la misma forma que puedes creer en Papá Noel y los Reyes Magos.
Las ideas son criaturas tímidas y huidizas que ESTÁN ahí.
Tan solo tienes que estar preparado para cogerlas en cuanto pasen.
¿Alguna vez has tenido una idea brillante y has pensado «luego lo anoto»?
¿Recuerdas qué pasa cuando quieres anotarla? Exacto. Que ya no está.
Si tienes la suerte de que una idea roza con sus alas los bordes de tu conciencia, más te vale dejar lo que estás haciendo y anotarla. O despídete de ella.
Por eso tengo un cuaderno en mi mesita de noche.
Porque las mejores ideas nos visitan en ese momento en que dejamos de presionar a nuestro cerebro que, libre de las ataduras a las que lo sometemos día a día, se pone a trabajar como una mula.
Olvídate de la hoja en blanco
¿Quieres encontrar ideas, quieres escribir un libro, y no se te ocurre nada?
Entonces cierra el procesador de texto, quita el cuaderno, la hoja o lo que estés usando y sal a pasear.
La hoja en blanco, además de no traer inspiración, es la mayor fuente de presión negativa que te puedes encontrar como escritor.
Lamentarse es la segunda.
Así que no te quedes mirando un papel blanco y sal a la calle. O date una ducha. O haz lo que te de la gana, pero que sea algo que te mantenga el cerebro lo suficientemente entretenido como para olvidarse de que NO tiene ideas, y lo suficientemente ocioso como para que se le ocurran ideas nuevas.
Esa es la forma en la que encuentro casi todas mis ideas para escribir, para resolver problemas a mis clientes o para diseñar un nuevo infoproducto que me genere decenas de miles de euros.
Me calzo mis deportivas, me pongo música ligera y me doy un paseo.
Es alucinante la cantidad de ideas que llegan cuando haces eso.
¿Y si todo falla?
Pues no pasa nada.
Yo llevo desde la pandemia sin escribir nada relevante. Nada de ficción, al menos. No ficción, como este post, son cosas que escribo a diario.
Pero ficción, lo que se dice ficción, no escribo desde que terminé Mariposas de acero.
Y no se ha acabado el mundo.
Nadie se mete conmigo, me insulta, me llama vago o incompetente (especialmente, porque en realidad nadie está esperando ahí sentado a que le escribas nada). Así que tómatelo con calma. Ya volverá, te lo aseguro.
Estamos malditos y las ganas de escribir siempre vuelven.
Conclusión
Todos tenemos un trabajo que atender, habrá temporadas que tendrás más tareas que entregar o que tendrás más responsabilidades, más agobio, que estarás cansado, bajo de salud o con otros problemas personales que absorberán la mayor parte de tu tiempo y energías.
No puedes controlar la vida a tu alrededor.
Lo que sí puedes controlar es tu dedicación y tu esfuerzo.
Ten a mano siempre un cuaderno y ten siempre la mente abierta para escribir nuevas ideas. Es mejor tenerlas y no utilizarlas, que necesitarlas y no tenerlas.
El resto, la parte de aprender a escribir un libro, solo se puede. hacer de una forma: escribiendo.
Y la única forma de hacerlo es encontrando una idea y trabajando en ella.